Voluptuosidad

De todos los estilos arquitectónicos, los que menos me gustan son el barroco y el modernismo, y ambos por la misma razón: la sobrecarga, la sobreabundancia, el exceso, la voluptuosidad, la pretenciosidad... Con un agravante ideológico, en el caso del modernismo: su incardinación en el romanticismo y el romanticismo es algo que no soporto, quizá con alguna excepción en la música.

Pero como de todo hay que saber, y particularmente si es algo típicamente barcelonés, me matriculé en un curso sobre modernismo en la UNED para este segundo cuatrimestre y me está pareciendo interesante; no está logrando que el modernismo me guste más (a mí que me den románico y racionalismo) pero sí me ayuda a sistematizarlo y, hasta donde cabe -que no cabe mucho-, a entenderlo.

En el ámbito de este curso, ayer giramos una visita a la Casa Vicens, de Gaudí, y ya empezamos bien: la edificación -una de las primeras obras de don Antonio- no es propiamente modernista, sino más bien... bueno, mudéjar. ¿Alguien ha visto la catedral de Teruel? No voy a opinar sobre ella para que no se me enfaden los turolenses, pero baste decir que la Casa Vicens es lo mismo, pero en obra civil. Añádase, además, orientalismo por un tubo, cosa que a Gaudí le privaba.

Fotográficamente hablando, la dificultad está en los interiores. Pequeños, mal iluminados y llenos de gente y así no hay manera, de modo que la principal aportación viene del exterior, favorecido por un día nublado que no me obligó a luchar contra sombreados y contraluces exagerados.

Las fotografías están realizadas con la Canon PowerShot G5X Mark III (estuve dudando si llevarme la Nikon D7000, pero lo dejé correr y no me arrepentí: manejar aquel trastazo en espacios tan reducidos y llenos de gente, y viéndome, además, obligado a encarar la cámara, hubiera sido complicado). En todos los casos, la ISO fue la mínima, 120, y el diafragma el máximo, F/2.8

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