Incidente
f/2.8 1/400s ISO-125 11.3mm |
f/2.8 1/640s ISO-125 27.7mm |
Esta mañana ha tocado Canódromo -de momento redenominado Canòdrom Ateneu d'Innovació Digital Democràtica, nada menos- casi inopinadamente, porque me ha pillado de paso camino de mi casa, no muy lejana.
Una también muy interesante obra del Movimiento Moderno, de la que son autores Antoni Bonet y Josep Puig. Es interesante por la especial simplicidad de sus líneas y por sus plantas en paraboloide. Fue inaugurado en 1964 y funcionó -llegando a ser el último de España- hasta febrero de 2006. Antoni Bonet fue galardonado con un premio FAD de Arquitectura en 1963 precisamente por el Canódromo y, actualmente, el edificio está catalogado como BCIL (Bé Cultural d'Interès Local).
Trabajo algo laborioso porque el arbolado de la plaza (y eso que hay poco) dificultaba algunos planos especialmente interesantes. Pero lo del arbolado no ha sido nada...
El incidente
En estas estando, me aparece un chiquilicuatre ordenándome (tal cual, de malos modos) que deje de hacer fotos porque estoy fotografiando a los niños que están jugando justo abajo (al parecer, son de un esplai, colonias urbanas o algo así). Le explico -y ya es demasiado buen rollo para el que gasta él- que no estoy fotografiando a los niños sino al canódromo y el tío que no y que quiere ver las fotos.
Veréis: ya estoy harto. Ya estoy harto de ir por el mundo y que me traten como si en vez de una cámara estuviera empuñando una ametralladora. Y más harto aun de que la gente vaya reclamando presuntos derechos -que legalmente no tiene- sólo porque es analfabeta funcional y es incapaz de leerse una ley (incidentalmente, las escuelas de formación de educadores de tiempo libre, ya podrían sacarse el dedo del culo y enseñar correctamente la normativa a sus pupilos, en vez de cumplir con un expediente esmirriado, proponer títulos por un tubo y, eso sí, poner la boina para la subvención). Así que le digo al pollo que no, que no me da la gana, que sólo estoy obligado a enseñarle mis fotos al juez (si éste las reclama), así que aire. Y va el fulano y me dice que de ahí no voy a irme con las fotos y empieza a llamar a no sé quién, de modo que el que coge el móvil soy yo y llamo al 112 y explico lo que pasa. Me responden que allá va una patrulla de los Mossos d'Esquadra (la policía autonómica catalana). En el ínterin, han ido llegando más nenes (bueno, nenas, en este caso) que se han dedicado, por supuesto, a ponerme a parir sin atender a razones de ningún tipo (¡incluso una llega a exigirme que le muestre YO la ley como prueba de que tengo razón!). De verdad que esto ha sido como una escena de Fellini. Llega la patrulla y, afortunadamente, los agentes comprenden al vuelo la situación, de modo que uno de ellos se dedica a darles una conferencia a los imberbes sobre cómo funcionan las cosas estas de las fotos y la privacidad y el otro intenta -y consigue- apaciguarme porque me ve con un cabreo de mil demonios; le ofrezco enseñarle las fotos (el policía no me lo ha exigido, ni siquiera pedido, pero tengo ganas de poner en evidencia al niño broncas) y, tras verlas, se percata, efectivamente, de que no había razón material alguna (además de la legal) para este follón.
Bueno, pues hasta aquí la broma... a la espera de que llegue la próxima, porque esto es constante. Es de temer que un día, fotografiando un partido de fútbol, te salgan veinticinco mil merluzos pretendiendo que borres la foto porque igual salen ellos (y no: la ley excluye expresamente de protección este tipo de supuestos).
A mí se me llevan los demonios. Hoy; hace dos, tres o cuatro semanas; mañana; dentro de un mes... Si los fotógrafos -al menos, los aficionados- no empezamos a organizarnos para combatir estas cosas o no se ponen a ello las entidades a las que pertenecemos (cuando es el caso)... es que acabarán cazándonos por la calle (mientras los mismos gilipollas que se ponen como hidras andan haciendo con la cámara de su móvil lo que les da la gana sin el menor escrúpulo: ya me hubiera gustado ver por un agujerito la memoria del móvil del nene de esta mañana).
Ahí lo dejo. Veremos quién será el próximo a la próxima.
Nota adicional: la cámara que llevaba hoy es mi habitual urbana Canon Powershot G5X Mark II, una cámara excelente pero que no tiene mucha presencia. Ahora imaginaos el follón si -por la razón que fuera- llego a llevar la Nikon D7000 con el tubo de 70-300. Me fusilaban al amanecer...