Cementerio de Poblenou

Los cementerios tienen fama de lugar siniestro; unos cuantos siglos de literatura o tradición oral del género de terror y años de películas de ídem (estupideces totales en todos los casos), hacen que la gente les tenga una cierta repulsión. En esta triste época de asepsia mental, el rito mortuorio se reduce a lo mínimo y debidamente aislado y desinfectado: si poca gente asiste ya a los velatorios (como no sea que, por razones materiales, haya que dejarse ver por el tanatorio) menos aún acude al cementerio a despedir al finado. Y, además, cada vez va ganando terreno la incineración, lo que acaba de conferirle a la palmancia un cierto marchamo industrial.

Pero a mí los cementerios me gustan. Me gustan porque son de los pocos lugares donde no alcanzan los cretinos a darte la vara, me gustan porque suelen contener -sobre todo los grandes cementerios urbanos- obras de arte funerario muy apreciables y me gustan, finalmente, porque explican historias, historias muy interesantes y no siempre lo dramáticas que podría pensarse. Si uno tiene paciencia para leer las lápidas y las dedicatorias, con sus nombres y sus fechas, ya lo creo que contempla historias.

Ayer me dejé caer por el cementerio barcelonés de Poblenou y ahí me llamaron la atención algunas cosas que comparto. Y alguna historia.

(Como casi siempre, la cámara empleada es mi compacta de uso urbano habitual Canon Powershot G5X Mark II)


Imagen de uno de los pasillos principales. Sorprende ver, en esta época, lejos aún de Todos los Santos, tantas flores, sobre todo en los nichos, más que en las grandes sepulturas. Y muchas son flores naturales, es decir, recientes 

  f/11  1/250s  ISO-125  31mm (~ FF 35mm)

  



En las sepulturas notables (o de notables) suele haber un breve escrito explicativo, pero no en la mayoría. Aquí llama la atención este ángel con gesto imperativo que sostiene una placa con la inscripción in aeternum. Otros ángeles tienen posturas piadosas, como orando por el alma del difunto al que cobijan, pero este no, ya ves.

  f/11  1/500s  ISO-125  80mm (~ FF 35mm)

  



Dicen que la muerte nos iguala a todos. Bueno, debidamente desenterrados y puestos los esqueletos uno al lado del otro, pues sí, resultamos bastante igualitos en la putrefacción. Pero muchos difuntos, pudientes en vida, y/o sus familias, se empeñan en recordarnos que aún hay clases y ahí tenemos a uno (o a un clan) que se ha hecho edificar una catedral gótica en miniatura. A veces, aunque no quieras, te tienes que reír.

  f/11  1/160s  ISO-125  36mm (~ FF 35mm)

  



Este no es tan ostentoso como el anterior: Aunque está en su misma línea de pretenciosidad, no resulta tan hortera y opta por un prudente neoclasicismo. Indudablemente, estas figuras en cada una de las cuatro esquinas deben tener un significado. Yo no he sabido encontrarlo.

  f/11  1/400s  ISO-125  45mm (~ FF 35mm)

  



Este es un ejemplo de lo que decía sobre que las sepulturas explican historias. Aquí he preferido borrar los apellidos, aunque ese borrado me cercene una parte de la historia. Aquí tenemos a Jaume y a Josepa, un honorable y longevo matrimonio: Jaume falleció con 86 años y Josepa con 89, edades avanzadísimas para su generación. Después aparece Joan; los apellidos de Joan no tienen relación con los de Jaume ni los de Josepa, por lo que cavilo que podría ser el yerno de éstos, puesto que Joaquima, la cuarta ocupante, sí que es hija de los dos primeros. Joan fallece con 96 años, que no está mal; Joaquima (fallecida dos meses después, caramba, esto es amor) estuvo al canto de un duro de cumplir los 98. Fíjate tú si esa gente sobrevivió a guerras, epidemias y catástrofes. Pero me dejan con una grata duda: ¿la longevidad es hereditaria? Porque mi padre murió con 88, mi madre con 90 y mi abuela fue centenaria. ¡Al loro!

  f/11  1/800s  ISO-125  90mm (~ FF 35mm)

  



Esta sepultura ya tiene historia propia, no por la sepultura en sí sino por el personaje: es la Josep Anselm Clavé, impulsor del movimiento coral como proyecto de naturaleza formativa dirigido a la clase obrera (él mismo fue activista republicano). No voy ahora a entrar en su biografía (que puede consultarse aquí); he oído que esta sepultura corrió diversas vicisitudes, pero no recuerdo exactamente cuáles. Sí he observado que está en uso, en el sentido de que la familia la sigue utilizando: en la placa lateral constan dos ingresos, uno de 2020 y otro de 2021 (si no recuerdo mal).

  f/2,2  1/600s  ISO-125  30mm (~ FF 35mm)

  


Este cementerio posee un buen rol de personajes ilustres: he visto por ahí (aunque no he detectado sus sepulturas) que aquí descansan Casto Sendra (el que fue popular humorista Cassen), Mary Santpere, Antonio Brusi (primer editor del Diario de Barcelona, que fue el decano de la prensa continental europea y lamentablemente desaparecido), Evaristo Arnús (ilustre banquero y mecenas), José Luis de Vilallonga (escritor aristócrata que sonó mucho en los tiempos de la transición) y, en fin, seguro que me dejo un montón.

Volveré, volveré a esto de los cementerios porque es interesantísimo. Además, a mi edad está bien irse familiarizando con los terrenitos a los que -más o menos virtualmente, porque sospecho que, llegado el momento, mi familia me meterá en el horno- acabará yendo a parar.

Sic transit gloria mundi, como digo siempre...